A las 7:30, como cada día, suena mi despertador, me arreglo y me adentro en la tan agotadora Madrid. 8:30, empieza mi jornada, que no acabará hasta las 5:30, al menos, en lo que a la oficina se refiere. Recoge a los niños, llévalos a natación e inglés e intenta mantenerte tú en forma porque, claro, no puedes descuidar tu imagen. 20:00, llega a casa, haz los deberes con los niños, orden, cena. A las 21:00, empiezo a apoyarme en cada esquina. 22:30 cama o sofá, que es un poco lo mismo. 23:30, fin, mis articulaciones dicen basta, al menos, hasta mañana que será otro día, pero mejor, porque al fin y al cabo una mujer siempre saca lo bueno a la vida.
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