Una vez abrí los ojos.
Cerré mis puños y alcé la mirada al aire que rugía.
No me voy a rendir. Ahora sabía que no necesitaba un camino ni una senda. Solo necesitaba la fuerza de querer vivir y del querer hacer.
Abrí los ojos, y pude ver que aún existía, pude verme resurgir entre el escombro y el ruido.
Miré al cielo aliviada y no pude contener las lágrimas al poder ver lo que antes no podía, y pronuncié las palabras mas fuertes que una persona puede pronunciar.
- Gracias por todo…
Y caminé sin caerme ni un instante, y solo miré atrás para recordar que algún día fui desdichada, y ahora disfruto de mi nueva vida, mi libertad.
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