Labrando maternidad y simetría encontró la cadera el creador. Abriendo la piel latió el corazón. Puliendo la perfecta belleza del cuerpo, buscando sensaciones, halló en tu pensamiento intuición y respuesta: la emoción, la ternura, el amor.
No había tal. No existió creación. Tu sola existencia invirtió lo existente.
En ti estuvo el origen. Mujer, principio y fin.
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