La Espera
Tejer y destejer. Fue lo mejor que se le ocurrió a Penélope para que la dejasen en paz, porque a ninguno de sus pretendientes les había valido la excusa de que estaba ocupada administrando el reino.
Pero Penélope no acababa nunca, y ellos empezaron a impacientarse. Al fin y al cabo nadie había visto nunca el famoso sudario, y ningún médico fue capaz de explicar los extraños ataques de sonambulismo que le hacían deshacerlo por la noche.
Así que cuando por fin regresó Ulises, todo volvió a la normalidad, y Penélope dejó de tejer de día y empezó a hacerlo de noche.
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