Desde los comienzos hemos estado avocadas a lo que temerosos hombres han deseado.
Sucumbimos a la manipulación histórica posicionándonos en un lugar que nunca nos perteneció y que, ignorantes, aceptamos con afán de hacer lo correcto, lo que se espera de nosotras como buenas diplomáticas y conciliadoras que somos.
Grandes iluminadas lucharon, teniendo al peor enemigo dentro, por hacernos ver que estábamos fuera de lugar y tiempo, que la sociedad nos necesita por igual, cual gran familia, transmitiendo esto mismo a nuestros hijos.
Para encontrar una solución primero hay que conocer el problema y todo radica en los valores de la sociedad tatuados en nuestra alma desde el comienzo de la humanidad.
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