El día que Carmen se acercó a la cola de Cáritas recuperó su dignidad. Le dio la vez la subsahariana Sarilusi.
-¿Por qué estás tan triste? –dijo la negra a la blanca.
-Y tú, ¿por qué sonríes? –respondió la blanca a la negra.
-Anoche hablé con mi madre y me dijo que unas cooperantes han llevado a mi poblado agua y electricidad.
La primera aún conservaba en la memoria el secreto de la huerta; la segunda hizo crecer hortalizas en la esmeralda de sus ojos.
La cola se movía como una serpiente vieja; tan lenta como la vieja Europa. Cuando las dos mujeres llegaron al perol de sopa ya habían diseñado en la joven África la Cooperativa Hortofrutícola Rodríguez-Touré.
Démeter
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