DEFENSA IMPOSIBLE
SEUDÓNIMO PATERNALISMO
En mi defensa diré que era una buena mujer, una esposa de primera y una madre atenta y generosa. Nunca me faltó el plato de comida al llegar del trabajo y mis ocho hijos relucían como los chorros del oro y la casa era una patena. Sin embargo, no era la mujer perfecta con la que me casé. Tenía un defecto que se acrecentó con la crisis de los cincuenta. Quería ser un mujer independiente y trabajar fuera de casa. Como si en casa no hubiera suficiente trabajo. Y como hay cosas que no pueden ser, yo hice lo que tenía que hacer.
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