Cada vez que recuerdo cómo le conocí, todavía recorre mi cuerpo una agradable excitación. Fue una deliciosa mañana de marzo, un soleado y agradable día de finales de invierno.
Como hoy, que he decidido cogerme el día libre y no ir a la oficina. Necesito un respiro después de duras semanas de trabajo entre inacabables reuniones. Acabo de dar un largo paseo por las calles de la ciudad y estoy sentada en una céntrica terraza tomando un refresco cuando aparece él y me susurra al oído - hoy estás increíblemente atractiva.
Debe ser porqué estoy esperando a mi marido para invitarlo a comer – le digo. Me levanto, me sonríe y nos besamos apasionadamente, casi como el primer día.
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