Las siete y ya estaba subida en tacones, se coloca la americana entrando en la habitación de su pequeño, se despide de el con un beso y se dirige hacia la puerta aprovechando el espejo del recibidor para el ultimo repaso: “Lucia: ten points” dice para sus adentros con voz eurovisiva y su propia ocurrencia le regala un sonrisa.
Atasco, reunión, café, llamadas, sándwich sobre el teclado, reunión, llamadas y, por fin, vuelta a casa.
La pastelería del barrio tiene el escaparate lleno de filloas…
-¿Filloas? ¡Carnaval! ¡Me he olvidado!
Gracias al amplísimo horario del Bazar Asia, Roberto fue vestido de Snoopy (chino) a la fiesta del colegio y Lucia pudo sentirse una buena madre, otra vez por los pelos.
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