Asombrada, miro el escaparate . Hay una mujer vestida de ejecutiva al lado de otra con bata y zapatillas. La siguiente publicita un jarabe mágico y, muy cerca, una niña le enseña
una pancarta; reivindicando que quiere ser presidenta del gobierno. En el suelo hay cascos de obra y la mujer de la bata se coloca uno, justo antes de que caiga granizo sobre ella. La niña se asusta y ahora dice que quiere ser payaso. Cientos de mujeres se aglomeran tras el cristal y antes de desmayarme ante el tumulto incierto, acierto a adivinar sus rostros en el espejo.
Todas y ninguna soy yo.
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