Concurso patrocinado por el Hotel Mar Menor de Santiago de la Ribera

lunes, 10 de marzo de 2014

Dueña de mi destino

Tumbada en la cama lloraba mientras acunaba a su hija recién nacida en brazos, esperándole. Pero nunca apareció. Cambiaba pañales cada día, dormía apenas unas horas, trabajaba todas las tardes en el campo, y nunca recibió nada por parte de él. Ni siquiera recordaba un beso suyo en la mejilla, una mirada o un abrazo. Pero aún mantiene en su memoria la imagen de aquél día en que lo vio aparecer en traje, con un ramo de flores. ¿Qué había sido de ese hombre? ¿Existió alguna vez? Por eso, cuando John le pegó una bofetada a Elsa, recordó la historia de su abuela, levantó la mano, cogió sus llaves y no piso aquella casa jamás.

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