Nerviosamente acicalaba su sedosa melena color azabache. Extensos mechones golpeaban sonoramente el suelo. Pero, ¿qué podía hacer? Tras seis años como investigadora en un laboratorio obtuvo su recompensa al ser ascendida a jefa de departamento pero con una inesperada peculiaridad: su sueldo era notoriamente inferior al de compañeros recién ascendidos. La actual coyuntura económica, la crisis sectorial en la que nos hayamos inmersos…Le arguyó con desfachatez el Director del centro.
Abatida y desmoralizada, cerró con frialdad la puerta de su piso. Al fondo, su novio veía animosamente un partido. Tras comentarle lo ocurrido le espetó: Total, que ahora cobras más que yo, ¿no?
Avanzó hacia el dormitorio y se detuvo ante el espejo. Jirones de pelo comenzaron a descender arrítmicamente.
Francisco Jesús Santamaría González
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