El reloj marca las diez justo cuando llega a casa. Exhausta de su trabajo en la hamburguesería se quita los zapatos y saluda a sus hijos, que, en pijama, le preguntan por qué llego tan tarde.
Su madre tuvo que hacer turno doble, con la único remuneración de mantener el empelo que mantiene a su marido y dos hijos, sólo por rechazar la oferta sexual del jefe. En el autobús de vuelta luchaba por no desmayarse del cansancio, mientras dos mujeres hablaban sobre como la mujer había alcanzado, totalmente, los derechos que ya tenía el hombre, dando gracias a Dios de que su jefe no le hubiese violado y recordando como perdió su trabajo idílico, por quedarse embarazada.
Tapa de lápiz
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