De cómo deshacer un entuerto

La madrastra de Cenicienta marcó el número. Estaba muy enfadada. Le contestó una voz atareada. Se tuvo que presentar así, "soy la mamá de Cenicienta", y se indignó aún más, ¡ni siquiera tenía nombre! La voz atareada le contestó que sí, por supuesto, y ella sonrió. ¡No faltaría ninguna! Solo lamentaba no haberlo hecho cien años antes -claro que antes no había móviles-. Esa noche, las mamás de Marco, Caperucita, la Bella Durmiente, Hansel y Gretel... y todas las madrastras decidieron no parar de escribir hasta hacerse justicia y comenzaron el libro titulado "La verdadera historia de las mamás de los cuentos infantiles desprestigiadas por un puñado de malvados escritores".
Eso sí, ¡a ver qué editorial lo publicaba!