Podía pasar
horas contemplándola en su sueño. Ella apausaba las horas en cada suspiro. El
viento soplaba más fuerte todavía, tanto que el viejo manzano del jardín
desprendía su furía contra el cristal del ventanal. Era una de las noches más
frías del año y el gélido viento devastaba los restos del otoño. Él se sentía
en paz. Contemplaba aquella imagen a años luz. Como si se tratara de una
fotografía antigua, como si observara otro mundo a través de sus pupilas. Todo
permanecía en calma dentro de aquella habitación. Ella también estaba en calma,
era una mujer tranquila.
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