Entró en la oficina con paso dedicido, tal y como le había enseñado su madre desde pequeña. A la entrada había una secretaria que la sonrió con una mueca tímida. Ella le devolvió el saludo.
Antes de entrar en el despacho que le indicaron echó un último vistazo a su atuendo: “Elegante pero discreto”, pensó “Ni demasiado ajustado, ni demasiado holgado” No quería que le diesen el trabajo por guapa, aunque lo era, sino por lista y competente. Porque lo que ella buscaba era un jefe o una jefa que la respetase y la valorase como trabajadora competente que era.
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