Reina la sigilosa madrugada. Despierto sobresaltada, bañada en sudor. Atávica letanía tatuada a fuego en mi madre, y su madre, y…La casa siempre recogida. La vianda, puntual. Plánchame la camisa. Pérfidos gigantes. Malandrines, follones. O quizá no tanto. Solo molinos de viento.
Porque ésa no es mi historia. Me preparo un té. Yo encontré en los libros mis alas para volar. Dos de azúcar .En ellos hallé conocimientos. Un voraz apetito me asalta. También armas para tumbar barreras. Me encantan estas galletas. Herramientas para encaramarme al “no puedes” y otear el mundo desde arriba.
Mañana tengo examen en la Facultad. Canta un transistor las noticias. Una nueva reválida.
Los gigantes no existen.
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